Ética empresarial

De Descuadrando

Contenido

Concepto

Las organizaciones no pueden concebir sus actividades al margen de la ética, ya que tienen una responsabilidad social con el público en general. Así, la ética destaca como un pilar fundamental de la empresa y como un factor determinante de la misma que es especialmente percibido y tenido en cuenta por la sociedad. Por tal causa, las empresas deben emitir su “Código de Ética” y darlo a conocer a sus accionistas, personal, clientes, proveedores y autoridades vinculadas a la actividad.

Antes de comenzar con el análisis de la ética empresarial, es necesario conocer el concepto de ética, la cual hace referencia a los principios del comportamiento que distinguen entre lo correcto y lo incorrecto. La preocupación que muestran las empresas por la ética se debe a la publicidad de los escándalos, a que las empresas se han dado cuenta de que el comportamiento antiético puede ser extremadamente costoso tanto para ellas como para la sociedad en general y a que en la toma de decisiones, determinar lo que es o no es ético resulta bastante complicado. Además, como todos sabemos, existen diferencias en lo que cada persona considera como ético o no ético. De esta forma, la ética de la gerencia determina las actividades socialmente responsables de una organización.

La ética suele mejorar el funcionamiento de la empresa reduciendo los conflictos entre los miembros que la forman o mejorando la imagen de la entidad frente al exterior, además, supone un componente esencial del concepto de “calidad total”. Por el contrario, el comportamiento no ético puede ocasionar problemas tanto interna como externamente a la sociedad.

Debido a que la ética en la toma de decisiones puede ser compleja y los gerentes tienen diferentes perspectivas sobre lo que es una decisión ética, debemos considerar dos aspectos fundamentales. En primer lugar, los estándares éticos, entendidos éstos como la base que cada gerente puede utilizar para escoger una alternativa u otra en un determinado momento. Y en segundo lugar, los códigos de conducta, los cuales indican lo que pueden hacer las organizaciones para asegurar que sus gerentes se ajusten a patrones éticos cuando toman sus decisiones. Así, los estándares éticos se centran en el individuo mientras que los códigos de conducta están centrados en la organización.

Estándares éticos

Como hemos expresado anteriormente, los estándares éticos son la base para desarrollar las guías éticas que ayudan a evaluar las decisiones directivas. Estos pueden ser de tres tipos:

  • MÁXIMO BENEFICIO PERSONAL (EGOÍSMO): establece que un acto será calificado de correcto si el individuo se beneficia del mismo. Si además resulta beneficioso para la organización o para la sociedad, mejor, pero será algo circunstancial.
  • MÁXIMO BENEFICIO SOCIAL (ALTRUISMO): se basa en la idea de que un acto será calificado de correcto si la sociedad sale beneficiada del mismo.
  • OBLIGACIÓN A UN PRINCIPIO FORMAL: hace referencia a que un acto será calificado de correcto si el individuo cumple con un principio, norma o valor. Así, se basa en la idea de que lo correcto o incorrecto de un acto depende de un principio y no de sus consecuencias.

Códigos de conducta

Los códigos de conducta consisten en declaraciones escritas sobre los valores de la organización, sus creencias y normas de comportamiento ético. En consecuencia, los objetivos de los códigos de conducta son proporcionar guías para que los empleados resuelvan los posibles dilemas éticos que puedan surgir, aclarar la postura de la organización en cuestiones de incertidumbre ética y mantener conductas generales y constantes que la organización considere éticas y apropiadas. Los códigos de conducta eficaces cumplen una serie de requisitos, como son:

  • Traducen las creencias y valores de la organización en patrones específicos de comportamiento ético.
  • Se comunican a los empleados por escrito y a veces en sesiones con la dirección.
  • Determinan las sanciones a emprender cuando se comete una infracción, para asegurar que el código se cumple.
  • Se complementan con seminarios sobre ética para ayudarles a desarrollar sus propias habilidades para resolver dilemas éticos.
  • Van vinculados a objetivos de rendimiento realistas para evitar los comportamientos antiéticos que puedan surgir como consecuencia del establecimiento de unos objetivos excesivos que pretendan alcanzarse a toda costa.
  • Establecen un puesto de defensor de la ética. Éste puede ser un directivo de alto nivel o una persona externa para asegurar su independencia de la dirección y fomentar la credibilidad entre los empleados.

Muchos códigos de conducta fracasan porque tienden a ser legalistas, es decir, explican los términos estrictamente legales o ilegales de los negocios, porque no son aplicados de manera activa, y porque en lugar de centrarse en los valores y la ética, se centran en los conflictos de intereses y en las infracciones cometidas por los empleados en contra de la organización.

En busca de la empresa ética

Existen numerosos factores que influyen en el desarrollo de valores éticos y en el comportamiento socialmente responsable, los cuales pueden enumerarse en los siguientes:

  • Coste de las medidas. Las medidas positivas desde un punto de vista ético o de responsabilidad social suelen influir de forma negativa en la responsabilidad a corto plazo.
  • Tamaño empresarial. Las empresas que destacan en el campo ético o de responsabilidad social suelen ser líderes de su sector, de gran tamaño y rentabilidad. Por otra parte, las empresas pequeñas, con pocos recursos, no suelen ver la incidencia cultural, ética o de responsabilidad social de sus resultados.
  • Compromiso de la dirección. La dirección de la organización debe dar ejemplo para conseguir la implicación de los demás.
  • Metas a corto plazo. Debido a que el entorno existente en la actualidad se caracteriza por ser muy cambiante resulta tentador para las empresas establecer objetivos a corto plazo. La búsqueda de estos resultados inmediatos hace que la tendencia a ir contra la ética y la responsabilidad social sea más común.
  • Imitación de lo negativo. Normalmente, resulta más fácil copiar las actuaciones negativas que las correctas o beneficiosas para las personas o su entorno. Cuando se descubre un comportamiento poco ético pero legal, suele imitarse, obligando a las entidades que actúan correctamente a dedicar tiempo y recursos a protegerse.
  • Fluctuación de los conceptos. Lo que es considerado como una buena actuación en una zona o país no tiene la misma consideración en otros, o a lo largo del tiempo.
  • Competencia. Cuando existe un nivel de competencia elevada se incrementa la probabilidad de que aparezcan comportamientos indeseables.
  • ¿Quién paga la responsabilidad social? La ética y la responsabilidad social influyen en el margen de producción y/o en el precio final de venta de los productos. Hay ocasiones en que los clientes pueden no estar dispuestos a asumir este coste, sino que pueden preferir ahorrar. De esta manera, las empresas socialmente responsables estarán en desventaja competitiva y peligrará su continuidad en el mercado.
  • La rentabilidad de las intervenciones sociales. Es de destacar que las acciones más desinteresadas buscan un reconocimiento interno o externo. Muchos estudios han demostrado que las acciones éticas no perjudican a largo plazo los rendimientos empresariales. Además, no se conoce qué tipo de actuaciones éticas o sociales proporcionan la mejor repercusión en el balance de la empresa.
  • Ley y ética. La ley no es la moral, sino que en determinados momentos la ley puede ser inmoral.

Bibliografía

  • Donnelly, J. H.; Gibson, J. L. e Ivancevich, J. M. (1999), Fundamentos de dirección y administración de empresas. 1ª ed. Colombia: McGraw-Hill.
  • Díez de Castro, J. y Redondo López, C. (1999), Administración de empresas. Madrid: Pirámide.
  • Gómez Mejía, L. R. y Balkin, D. B. (2003), Administración. Madrid: McGraw-Hill.
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