Peseta
La peseta fue la moneda de curso legal en España desde su aprobación el 19 de octubre de 1868 hasta el 1 de enero de 1999, cuando se introdujo el euro. Siguió circulando hasta el 31 de diciembre de 2001 con la consideración legal de «fracción no decimal de euro» y después, provisionalmente, hasta el 28 de febrero de 2002. El 1 de enero de ese año habían entrado en circulación las monedas y billetes de euro, con los que convivió durante dos meses.
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Introducción
El 19 de octubre de 1868, por Decreto del Gobierno Provisional formado tras el derrocamiento de Isabel II, nace la peseta como unidad monetaria. Hasta 1868 en España había varias casas de moneda o cecas (las de Sevilla, Segovia, Barcelona, Madrid, etc.) que daban servicio a todo el territorio nacional. En 1869 el Gobierno Provisional decide cerrar las casas de moneda y centralizar toda la producción existente en la de Madrid, núcleo de la que después y en la actualidad es la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre-Real Casa de la Moneda. Así pues, la FNMT-RCM ha estado vinculada desde su inicio a la peseta como sistema monetario. Las primeras piezas se acuñaron en 1869. Desde ese momento hasta nuestros días las monedas han tenido diferentes valores, tamaños, metales o aleaciones de metales y distintos motivos en sus anversos y reversos. Los billetes en pesetas tardaron unos años más en imprimirse, tarea de la que se ocuparon inicialmente los talleres del Banco de España y distintas empresas extranjeras. El primer papel moneda con el valor facial expresado en pesetas se emitió el 1 de julio de 1874, coincidiendo con la concesión al Banco de España del derecho en exclusividad a emitir billetes, hasta entonces compartido con otros bancos provinciales. La primera emisión que imprimió la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre fue la de 21 de octubre de 1940. Del mismo modo que su hermana, la moneda, los billetes han cambiado a lo largo de estos años en tamaño y valor y se han ido incorporando diferentes medidas de seguridad.
El nombre
Atras quedaban viejas, aunque tradicionales, denominaciones, como el maravedí, el real o el escudo, en la búsqueda de un nombre que sustituyera a los ya conocidos, aunque el término peseta no era nuevo, pues con él se designaba desde el siglo XVII al real de a dos y, posteriormente, al real de a cuatro cuando la equivalencia en la moneda se empezó a expresar en reales de vellón. La elección se basó igualmente en la familiaridad de la gente con un nombre que en los años de Isabel II quizá era común utilizar: no tenemos el testimonio oral, pero sí el documental, de que los españoles ya manejaban «pesetas » y «medias pesetas» o, lo que es lo mismo, reales de a cuatro y de a dos, o cuarenta céntimos y veinte céntimos de escudo.
Las primeras monedas
Las primeras piezas se acuñaron en 1869, siendo la unidad la primera en ver la luz, tras una primera vacilación que hace aparecer el nombre del Gobierno Provisional en el anverso en lugar del de la nación, España, que ya figura en las siguientes acuñaciones y para todos los valores en plata, junto con la fecha de emisión y las estrellas con la fecha de acuñación.
La iconografía
Durante la larga pervivencia de nuestro sistema monetario se producen algunas variaciones que afectan a los tipos. De conformidad con lo establecido en 1868, se mantiene en el reverso el escudo con las armas de España, pero con la adición del escusón de las casas reinantes al ser restaurada la Monarquía. La cruz de Saboya en los dos años que Amadeo I reina en España, y las lises que ostentarán las monedas de Alfonso XII, Alfonso XIII y Juan Carlos I aportan, respectivamente, el elemento identificativo de la dinastía italiana y la monarquía borbónica. El tradicional escudo de los Reyes Católicos durante la etapa franquista volverá a tener su lugar en la moneda casi quinientos años después. La Segunda República marcará la ruptura tipológica, introduciendo motivos de inspiración republicana acordes con el carácter político del nuevo gobierno. Variadas representaciones de la República alternarán, en las acuñaciones de la guerra civil, con tipos uniformes y poco elaborados por la apremiante necesidad de numerario, que en ocasiones se reducirán a la expresión del valor y leyendas identificativas de la corporación o localidad que las emite. La llegada al poder del general Franco supondrá un cambio en este sentido, pues el retrato que aparece en la peseta de 1947 está modelado por un escultor y adaptado para la acuñación por el grabador jefe, Manuel Marín, y el que desde 1966 muestra los rasgos fisonómicos propios de una edad avanzada es obra de Juan de Ávalos. La instauración de la democracia y la restauración de la Monarquía no significaron cambios, en un primer momento, en las características físicas y dimensiones de las piezas, pero sí en la imagen que contenían, al incorporarse la efigie del rey don Juan Carlos I y el escudo real. Ya en la historia monetaria más reciente, la normalización del circulante a partir de 1990 impone una renovación tipológica en la que los motivos son diferentes cada año, excepto en las monedas de 1 y 500 pesetas, desarrollando así la intención conmemorativa que tímidamente se había iniciado con la serie de los Mundiales de Fútbol en 1980. Rompiendo con la tradición de representar sistemáticamente la efigie del gobernante en anverso y el escudo de España en reverso, se introducen motivos alusivos a las comunidades españolas y a manifestaciones artísticas y culturales.
Los valores
Aunque el Decreto de octubre de 1868 establecía la emisión de catorce valores diferentes, de los que solamente se acuñaron nueve, serán los años siguientes hasta el reinado de Alfonso XIII los que verán cumplido, y aun superado por nuevas denominaciones, lo previsto en dicho Decreto. Así, de los valores en oro, las 50 y 5 pesetas no llegaron a acuñarse, pero sí lo fueron las 100, 20 y 10 pesetas, aunque en diferentes momentos, así como un valor nuevo, el de 25 pesetas. En plata y bronce, al ser moneda más necesaria y de mayor circulación que el oro, las emisiones requieren también mayor regularidad, y no se elimina ni añade ningún valor. Pero la sustitución de los metales preciosos por nuevos metales y aleaciones convencionales para la acuñación de moneda, y la consiguiente pérdida de equivalencia entre el valor intrínseco del metal y el valor nominal, altera notablemente las emisiones. La necesidad de adecuación a los metales que ya empleaban en países extranjeros era incuestionable, y aun así, España mantiene las acuñaciones en oro hasta 1904 y en plata hasta 1933. Esta última peseta blanca dará paso en 1937 a la peseta amarilla de latón, «la rubia». A partir de 1933, y con la excepción del fallido intento de circulación de monedas de plata de 100 pesetas en época de Franco, las acuñaciones se basarán en el cobre, el aluminio y el níquel, a veces puros y a veces aleados con otros metales.
Cambio
La llegada del euro supone, como es bien sabido, la desaparición de monedas y billetes nacionales y, por tanto, de la peseta, cerrándose una etapa de existencia en la que ha funcionado como unidad del sistema monetario español, desde la reforma establecida por Decreto de 19 de octubre de 1868, para adecuar nuestro sistema al de la Unión Monetaria Latina. El camino recorrido desde la primera emisión hasta la actualmente en vigor ha estado lleno de vicisitudes en cuanto a su difusión y crecimiento, tanto desde el punto de vista económico y político, como desde los avances técnicos en el proceso de fabricación.
Enlaces externos
Adiós, peseta(Real Casa de la Moneda. Fábrica Nacional de Moneda y Timbre).
Peseta(Artículo Wikipedia, actualizado a fecha 5 de abril de 2012).