Historia de la publicidad

De Descuadrando

La publicidad surgió casi al mismo tiempo que el comercio, debido a la necesidad de dar a conocer la existencia de los productos para competir y lidiar con la competencia. La primera muestra publicitaria procede de un papiro egipcio de hace tres mil años aproximadamente, en donde un tejedor informa de que en su tienda “se tejen las más bellas telas al gusto de cada uno”. En la antigua Grecia, durante el siglo V a.C., también se anunciaban ciertos actos públicos en cilindros de madera llamados kyrbos. Podríamos hacer referencia a manifestaciones publicitarias en el Imperio Romano si nos basamos en la información comercial que suministraban los carteles anunciadores de los espectáculos sociales, los cuales se denominaban libellus. También aparecían mensajes de carácter publicitario en el álbum, que consistía en una especie de diario oficial del Imperio que contenía anuncios de carácter informativo acerca de la venta de bienes y propiedades, además de alquileres, entre otras. En la Edad Media, la publicidad se manifestó por medio de los llamados charlatanes, que mediante llanos juegos de palabras trataban de convencer a posibles clientes. De esto no se tienen pruebas escritas debido al elevado nivel de analfabetismo. Con la llegada de la imprenta se dará paso a los folletos, catálogos, carteles y otros textos publicitarios. Hasta el siglo XVIII no surgen los primeros periódicos de anuncios, y poco después estos anuncios se insertarán a su vez en los diarios de información general. En cambio, la publicidad moderna no surgiría hasta el siglo XIX. Su impulsor fue Émile de Girardin, que rebajó el precio del periódico y compensó la pérdida de beneficios con los ingresos de la publicidad y la rebaja de costes al aumentar la tirada. La publicidad empezó a desempeñar un importante papel en la prensa, hasta tal punto que en la mayoría de los diarios se destinaban tres cuartas partes de la página para los anuncios. A mediados del siglo XIX surge la necesidad de crear las agencias de publicidad como intermediarias entre los anunciantes y los periódicos. En 1870 Rafael Roldós fundó en Barcelona la primera española. A medida que avanza el siglo XX, la publicidad se hace más agresiva, para lograr de este modo su fundamental objetivo: que el consumidor compre un producto dado que le traerá satisfacción; y por supuesto, bienestar. Desde esta perspectiva, todos y en todo momento somos el centro de atención de la publicidad, que se presenta de todas las formas posibles y que supondrá una exigencia o necesidad para la nueva sociedad de consumo en la que vivimos. A pesar de todo, en 1968, un estudio elaborado por la Universidad de Harvard desvelaba que el 85% de los anuncios no tenían prácticamente ningún tipo de incidencia en el público. El motivo de esto era evidente, la enorme cantidad de publicidad, con mensajes tan similares y sin ningún tipo de interés para los consumidores, habían acabado desgastando la imagen de la publicidad. En la actualidad como la publicidad es algo eludible, las agencias de publicidad lo que intentan es que sus anuncios sean cada vez más espectaculares y llamativos, de la más alta calidad para lograr que se fijen en él el máximo número de personas y así aumentar su efectividad. Con la llegada de los medios de comunicación de masas se ve en ellos un valioso instrumento para transmitir la publicidad, sobre todo si nos centramos en la televisión, ya que ésta ayuda a popularizar los producto que se anuncian en ella gracias a la imagen, todos hemos escuchado alguna vez aquello de: “vale más una imagen que mil palabras”. Pero a su vez, con el paso del tiempo, surge una gran barrera, y es que se multiplican considerablemente el número de cadenas y los telespectadores adquieren ciertos hábitos como son el zapping, con esto lo que se pretende decir es que los anuncios televisivos pierden su fuerza a consecuencia de que en los intermedios los espectadores cambian de canal. De ahí que en la actualidad los grandes publicistas hayan optado por nuevas formas de publicidad como son la publicidad subliminal o publicidad encubierta, el emplazamiento del producto, etc. La publicidad es muy importante para los medios de comunicación de masas ya que contribuye económicamente en gran medida a su financiación, además de que en gran parte de los casos constituye alrededor de un 50% del contenido. Podemos decir que la publicidad y los medios de comunicación constituyen un círculo vicioso, porque la publicidad es necesaria para que el medio pueda subsistir, pero si el medio no tiene mucho éxito o le falta popularidad la inserción de anuncios publicitarios ahí no tendría mucho sentido. En el caso de la televisión por ejemplo, en buena medida es posible gracias a la publicidad, puesto que si no hubiese publicidad en la televisión, no podrían ser gratuitas las emisiones en abierto, la idea es clara: el coste de esto o lo financiaba el Estado o debíamos cubrirlo los consumidores. Tener presente que esta dependencia económica por parte de los medios de comunicación va a transgredir directamente en los contenidos de los mismos, por ello los anunciantes (tanto empresas como organismos) tendrán muy en cuenta la ideología del medio, mezclándose de nuevo los juicios políticos, sociales, económicos, culturales de cada uno de nosotros. Otro aspecto que también va a influir será la popularidad del medio y las críticas a las que está sometido, si son buenas, malas, constructivas, etc. Así las empresas y organizaciones recurrirán a todos los medios de comunicación con el único fin de publicitarse, es decir, de darse a conocer, de llamar la atención del cliente o posible consumidor para que se fije en un producto o servicio determinado, estimulando así su deseo de consumirlo o creándole una nueva necesidad sobre ese producto o servicio para lograr que lo adquiera finalmente.

Bibliografía

  • Bonvin, Marcos A., Medios de comunicación. Ed. Octaedro.
  • Díaz, Lorenzo, La televisión en España (1949-1995). Ed. Alianza.
  • Ferraz Martínez, A., El leguaje de la publicidad. Arcos/libros, Madrid.
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