Crisis económicas

De Descuadrando

Contenido

Introducción

De acuerdo con el formato cíclico de las economías modernas, se pueden observar 4 o 5 momentos característicos de la evolución de dichas economías: Expansión, Auge, Recesión -o desaceleración- y Crisis.

A pesar de que todas las etapas tienen unos por qué -diferentes según cada rama ideológica- es en el estudio de las Crisis donde las escuelas económicas divergen más y desde donde, según la radiografía sobre el origen de cada crisis, se articulan las “soluciones” a dichas crisis desde un prisma diferente entre los diversos teóricos.

A grandes rasgos se puede asumir que existen tres grandes escuelas que han sido capaces de dar una respuesta medianamente satisfactoria al origen y desarrollo de las crisis así como las respuestas y soluciones posibles: la escuela neoclásica, la keynesiana y la marxista.


Origen y causas de las crisis económicas

El paradigma neoclásico

De acuerdo con los planteamientos neoclásicos, el sistema capitalista de mercado funciona de forma correcta por sí sólo. Así pues, el mercado es, para los neoclásicos un sistema perfecto donde todo lo que se produce se vende o se utiliza. Esta es la Ley de Say cuya formulación vulgar viene a decir que “toda oferta crea su propia demanda” o en palabras de Jean Baptiste Say:

“[...] Un producto terminado ofrece, desde ese preciso instante, un mercado a otros productos por todo el monto de su valor. En efecto, cuando un productor termina un producto, su mayor deseo es venderlo, para que el valor de dicho producto no permanezca improductivo en sus manos. Pero no está menos apresurado por deshacerse del dinero que le provee su venta, para que el valor del dinero tampoco quede improductivo. Ahora bien, no podemos deshacernos del dinero más que motivados por el deseo de comprar un producto cualquiera. Vemos entonces que el simple hecho de la formación de un producto abre, desde ese preciso instante, un mercado a otros productos.”[1]


Si esto no es así, se debe fundamentalmente a la actuación de agentes externos sobre el mercado. Es decir, y simplificando mucho la cuestión: el mecanismo del sistema capitalista funciona siempre que se opere en el marco del libre mercado. Si el mercado es libre, el capitalismo no tiene crisis pues toda oferta genera su propia demanda.

Las crisis son, entonces, fruto de la poca flexibilidad de los mercados. Situaciones alejadas de la competencia perfecta y el libre mercado como los monopolios, oligopolios o la intervención pública en economía son los que causan y provocan las crisis según el punto de vista neoclásico.


La perspectiva keynesiana

Cuando John Maynard Keynes publica su “Teoría General del empleo, el interés y el dinero”, EEUU y medio mundo andaban inmersos en la mayor crisis económica sufrida hasta entonces. Ante la incapacidad de los economistas procedentes de la revolución marginalista de ofrecer soluciones en lo “macro” -concepto prácticamente inexistente hasta entonces-, surge el cuestionamiento por parte de Keynes de que, probablemente, la Ley de Say no se cumplía.3 Así Keynes formula su teoría indicando que era posible la existencia de un equilibrio con subempleo, es decir, que el mercado podía funcionar pero no a pleno rendimiento dejando capital ocioso y desempleo. En este sentido, Keynes propone que el sistema capitalista es tendente a las crisis pues no es capaz de “generar” su propia demanda tal y como sugirió Say. De este modo, un fallo en la demanda conduce a las crisis pues la oferta no es capaz de “colocarse” ante la inexistencia de demanda. Más tarde, y a raíz de los desarrollos académicos de autores como Samuelson o Hicks, surge la corriente de la síntesis neoclásica o neokeynesianismo que viene a conciliar los análisis desde lo “micro” de la corriente neoclásica y los análisis de lo “macro” de la vertiente keynesiana.


El punto de vista marxista

Para los marxistas, las crisis son inherentes al sistema capitalista. Su propia dinámica interna conlleva la aparición de las crisis. Esta aseveración es consecuencia del análisis que Marx, a través del uso del método inductivo, formula en su obra más famosa, El Capital.

Marx parte desde el análisis de la partícula más pequeña que compone el ciclo económico, la mercancía, y va, poco a poco, ampliando el circulo hasta analizar el conjunto del ciclo económico. Según la teoría marxista dominante, el mercado está dirigido por capitalistas cuya motivación no es otra que la obtención del máximo beneficio. Así, lo que los capitalistas desean es reproducir su capital siempre y cuando su tasa de ganancia (su beneficio en relación con el capital invertido) sea creciente. En el momento en el que la tasa de ganancia es decreciente -situación que cíclicamente sucede de forma inevitable-, surgen las crisis al retirarse los capitalistas del mercado ante la falta de rentabilidad.


La tasa de ganancia y su tendencia decreciente

La tasa de ganancia según el análisis marxista, pone en relación el beneficio con el capital invertido.Tasagan1.png Donde G' es la tasa de ganancia, p la plusvalía, c el capital fijo y v el capital variable. La plusvalía surge como apropiación por parte del capitalista de parte del rendimiento del trabajador (lo que da lugar al beneficio). Además, asumiendo también que todo crecimiento económico es consecuencia de un aumento de la inversión (c+v), surge entonces una contradicción dentro del propio sistema, ya que o bien el capitalista exprime más la parte que se apropia del trabajador -como por ejemplo, aumentando el número de horas trabajadas sin aumentar el salario- o bien reduce la inversión. Cuando es imposible extraer más plusvalía, y el sistema de competencia obliga a seguir aumentando la inversión puesto que de lo contrario los demás competidores ganarán cuotas de mercado o competitividad, la tasa de ganancia (G') disminuye al aumentar el divisor más que el numerador.

De este modo, concluye Marx, el capitalismo está obligado a caer en crisis constantes puesto que es el propio sistema el que genera su contradicción.



Las soluciones a las crisis

La propuesta neoclásica

Como se decía más arriba, las crisis son para los neoclásicos consecuencias de una ineficiencia en el mercado a causa de la intervención de agentes externos que distorsionan el buen comportamiento del mercado. De este modo, la solución propuesta por los neoclásicos es sencilla a la par que evidente: es necesario expulsar las regulaciones e intervenciones que hacen que los mercados no operen en el contexto del libre mercado.

Así pues las soluciones neoclásicas pasan por la desregulación, liberalización y privatización de los mercados para que ganen en competitividad y se acerquen al paradigma de mercados perfectamente competitivos. En este sentido, los economistas neoclásicos proponen la no-intervención del Estado en la economía para evitar regulaciones que constriñan el buen funcionamiento de la misma.

Esta solución, amén de las modificaciones teóricas de la escuela austriaca y de los Chicago Boys, es la que actualmente se viene poniendo en práctica por los Estados económicamente desarrollados en los mercados productivos y de trabajo como paliativo a la crisis desde su surgimiento en 2007.


La solución keynesiana

Si de acuerdo con el análisis de Keynes, el mercado no se regula por sí mismo puesto que la oferta no es capaz de colocarse a causa de un descenso en la demanda, la solución pasa por la intensificación y fortalecimiento de la demanda.

Keynes asume en su Teoría General que la oferta es rígida y que, por tanto, sólo a través del gasto -ya sea en consumo o inversión- se pueden dar las condiciones de crecimiento económico para salir de la crisis. Así, propone que sea el Estado el que a través del gasto público impulse la demanda agregada (la suma de las demandas individuales). Además, Keynes publica que el Estado no sólo debe gastar en épocas de crisis, sino que, además debe regular la economía para que las proporciones de las crisis sean más suavizadas que en un contexto de libre mercado -apoyándose en parte en textos de Marx-. Determina que, si bien las crisis son inevitables, sólo a través de un Estado que mantenga el poder adquisitivo de la ciudadanía se puede garantizar una demanda agregada estable que contenga los efectos de las crisis.

Por tanto estamos ante una situación con un análisis radicalmente opuesto entre sí. Mientras que para los neoclásicos los mercados funcionan, y si no funcionan es a causa de agentes externos (el Estado), para los keynesianos los mercados por sí solos no funcionan y tiene que ser el Estado el que a través del gasto público y la regulación, contenga y prevenga la aparición de las crisis.


La revolución como solución

Sin embargo, y a pesar de que los enfoques keynesianos y neoclásicos son opuestos, ambos comparten un fin común: salvar el sistema capitalista de sus crisis. En Marx y en los autores marxistas, la solución sin embargo está orientada a otro fin: la sustitución del modo de producción capitalista por una economía socialista como transición al comunismo.

De acuerdo con el análisis de Marx, el método de pervivencia del capitalismo es la acentuación de la apropiación por parte del capitalista de la plusvalía generada por el trabajador. Así surge una contradicción, la denominada contradicción capital-trabajo, que trasciende de lo puramente económico llegando al terreno de lo político y social. Si, según los postulados marxistas, el sistema capitalista solo es capaz de progresar a base de la explotación del trabajador por la simple posesión de los medios de producción, es lógico pensar que esa situación sea rechazada por los trabajadores. De este modo, según Marx, la solución a las crisis del capitalismo -crisis que, recordemos, son cíclicas e inherentes al propio sistema- pasa por la superación del modo de producción capitalista por otro donde la mayoría social -los trabajadores- no cedan la plusvalía.


Referencias

  1. Say, J.B. (2001) Tratado de Economía Política 1ª edición. Mexico: Fondo de Cultura Económica


Bibliografía

Dornbusch, R. Fischer, S. y Startz, R. (2004) Macroeconomía. 9ª Edición. Madrid: Ed. McGraw Hill

Keynes, J.M. (1965) Teoría General del empleo, el interés y el dinero. 7ª Edición. México: Fondo de Cultura Económica.

Galbraith, J.K. (1993) Historia de la Economía. 7ª Edición. Barcelona: Ariel

Say, J.B. (2001) Tratado de Economía Política. 1ª edición. Mexico: Fondo de Cultura Económica

Marx, K. (2010) El Capital. Antología. 1ª Edición. Madrid: Alianza editorial

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