Rescate financiero

De Descuadrando

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Concepto

Rescatar financieramente a un país consiste en prestarle dinero a un interés más bajo de lo que se ve obligado a pagar en los mercados para colocar su deuda soberana, o bien conceder una línea de crédito a los estados en apuros. La principal diferencia entre ambos consiste en que la línea de crédito depende de una autorización que se concede al Estado para retirar fondos hasta un límite determinado durante un periodo dado.

Causas

La situación previa al rescate se da cuando un país empieza a presentar una alta deuda que necesita ser financiada y esta cada vez presenta más dificultades de serlo.

La clave aquí no es siempre el nivel de deuda lo que puede poner en riesgo a un país, sino la capacidad de generar ingresos, pues un país potente con una alta capacidad de generar ingresos, podrá pagar sus deudas.

El problema viene cuando un país con un alto nivel de deuda, carece de capacidad para generar más ingresos para poder devolver sus préstamos. De hecho se da la situación donde para poder pagar la deuda que vence el país en riesgo, necesita otro préstamo, cayendo en una espiral muy peligrosa, más aun si además el déficit aumenta.

Cuando se da estos hechos, los mercados se ponen en alerta, y esto no hace otra cosa que elevar el tipo de interés que debe pagar el país en cuestión, lo cual pone a este país en una situación peor.

¿Quién lo concede?

El encargado es la Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), creado tras el primer rescate de Grecia. Este fondo, participado por los países de la eurozona en proporción similar a la que tienen en el Banco Central Europeo, puede conceder préstamos a los países que lo necesiten de hasta 440.000 millones de euros. Ello puede ir acompañado de préstamos del Mecanismo Europeo de Estabilización Financiera (que depende de la Comisión Europea y puede añadir otros 60.000 millones de euros) y del Fondo Monetario Internacional (que puede colaborar con hasta 250.000 millones de dólares).

Repercusiones del rescate

Rescatar a un país no resulta, ni mucho menos, gratuito. A cambio de ser rescatados, tanto Grecia como Portugal e Irlanda se han visto obligados a comprometerse a duros planes de ajuste fiscal. El FMI impone unas condiciones muy duras. El FMI se garantiza que se le devolverá el dinero prestado, y para ello hace un plan de Ingresos y Gastos muy duros al país al que le presta. Un menor gasto, implicará menores prestaciones sociales a sus ciudadanos (menores pensiones, menos servicios públicos, menos sueldos a sus funcionarios) y la mayor necesidad de ingreso se traducirá en qué deberán pagar.

¿Mejoran los países rescatados? Portugal como ejemplo

Portugal cumple ahora un año intervenida sin que el rescate financiero haya mejorado sus cifras macroeconómicas, lo que se refleja en la "vida real" en forma de aumento de parados y emigrantes, así como en la profundización de las brechas sociales. Los 78.000 millones de euros concedidos por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional han servido para garantizar la estabilidad financiera del país, pero no para revitalizar de momento su economía.

En estos doce meses han perdido su puesto de trabajo más de 100.000 portugueses y se prevé que este año sigan sus pasos otros 40.000 más; su PIB se ha contraído un 1,6% y caerá el doble en 2012; y el gasto y la inversión pública se han desplomado. La recesión ha contribuido a que la deuda pública del país supere ya incluso el valor total de su economía, sobrepasando así los 180.000 millones de euros.

La ayuda externa ha permitido al país contar con financiación para cumplir con sus compromisos y evitar el riesgo de impago, aunque no ha logrado reducir la presión de los mercados, con sus títulos a 10 años cotizando en el entorno del 12%, cinco puntos más que hace un año.

Medidas de austeridad

El préstamo de la troika llevaba, como contrapartida, la adopción de un vasto programa de ajustes que el Gobierno luso ha aplicado con firmeza. Entre las medidas de austeridad adoptadas destaca el incremento de la carga fiscal, ejecutado a través de un aumento del IVA que ha encarecido para todos los portugueses por igual desde la luz y el gas hasta la compra de alimentos como el fiambre, las conservas de verduras o las frutas envasadas.

El precio del transporte público ha subido un 15% de media, funcionarios y pensionistas han perdido parte de sus pagas extra, y acudir al médico, comer fuera o ir al cine es hoy más caro que en abril de 2011. Todo ello ha penalizado el consumo privado, considerado fundamental para regresar a la senda del crecimiento, a lo que también ha contribuido el aumento del coste del petróleo, con el litro de gasolina 95 a 1,8 euros, un valor récord.

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